De formación artísticamente autodidacta, podemos clasificar su obra como contemporánea, matérica, llena de simbolismo y un gran sentido espiritual y transcendental. La materia cobra un gran protagonismo tanto por lo que es en sí misma madera, hierro, papel, piedras…), como con la transformación que con el paso del tiempo se va produciendo (carcoma, óxido, arenas, materias…).
Siempre en un diálogo entre la materia y la condición humana, lo positivo y lo negativo, el diálogo de ida y de vuelta con el espectador, visualizada y pensante.
La obra no deja de ser un conjunto de elementos de carácter individual que van conformando un todo, una “obra”, una vida en el día a día.
Cruces, signos, deterioro, óxido, texturas, imperfecciones, arrugas, en definitiva “El ser humano” y su paso por el camino de la vida en sociedad, o en soledad. El hombre y su entorno, obra reflexiva, abierta que se proyecta en el espectador que piensa y reflexiona.
La obra nace desde dos ideas, del objeto a la obra y del significado por el objeto a la obra. Materiales pobres y degradados para darles un enfoque espiritual y trascendental, un nuevo plano. Son materiales que acabarían desechados, o mejor dicho ya fueron desechados, e incluso como las maderas, han sido rescatadas del fuego, para darles una “nueva vida”.